miércoles, 17 de octubre de 2012

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Tengo momentos de tristeza como todo el mundo, pero también los hay de alegría. Me he dado cuenta de que todo lo que un día se fue acaba volviendo y que todo el mundo se arrepiente de lo que algún día dijo. Después de tantos palos la vida me ha enseñado a saltar cuando hay una piedra, por muy pequeña que sea. He aprendido a hacer manualidades con plastilina y pulseras de colores, matemáticas, racionalización de raíces, cultura mundial y hasta las técnicas de oxidación del ADN, pero detrás de tantos conceptos, están las ganas de salir un sábado de fiesta y acabar a las mil y mas de la noche, en la cama, con juanetes en los costados, y las ganas de no renunciar a nada, por el optativo motivo de conseguir esa felicidad de la que todo el mundo habla, y que casi nadie consigue.

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